Disonata. Arte en sonido hasta 1980
A lo largo de los diferentes movimientos de
vanguardia del siglo XX, y a medida que
avanzaban
los procesos por los que la música se liberaba de sus propias normas, el
sonido irrumpió de muy diversas maneras en el campo
de las artes plásticas, prosperando
en espacios artísticos que no habían sido explorados
con anterioridad. Los fenómenos y
acontecimientos audibles se convirtieron en
materiales plásticos que podían procesarse
vocal y técnicamente. Las artes sonoras se fueron
mezclando con las visuales, por un lado,
coincidiendo con el desarrollo tecnológico de los
nuevos medios de registro y síntesis del
sonido; y, por otro, debido al interés por los
paisajes sonoros de la modernidad industrial y
urbana, así como por los sonidos del cuerpo
fonatorio (ruidos de la boca, chasquidos de la
lengua, juegos con soplidos y demás).
Esta exposición muestra una selección de formas,
géneros, aproximaciones y casos singulares,
a la vez que recoge distintas iniciativas que
desbordaron las categorías predefinidas del arte
moderno y contemporáneo hasta 1980. El recorrido
pone de relieve diferentes momentos
cruciales: la experiencia futurista de construir
instrumentos para entonar ruidos; la fascinación
de los artistas visuales por el magnetófono en los
años centrales del siglo XX; o los
experimentos espaciales, musicales y multimedia,
como el Pabellón Philips diseñado por Le
Corbusier y Iannis Xenakis con música de Edgar
Vàrese, con motivo de la Exposición
Universal de Bruselas de 1958.
El cuestionamiento recurrente de las formas
musicales clásicas es también objeto de revisión
crítica en esta muestra: desde el empleo por parte
de los dadaístas de fonemas no discursivos
—como la Ursonate de Kurt
Schwitters (1932)—, la incursión de lo visual en el centro de la
poesía y la notación musical, el instrumento de Man
Ray Emak Bakia (1926) que se resiste a
sonar, los ensayos de “música bárbara” de Karel
Appel (1963), hasta el estruendoso grito del
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